"Crecer en Silencio, Vivir con Ruido – Mi Camino hacia la Mediumnidad"
Angélica Angarita
6/23/20243 min read


Desde que tengo memoria, siempre supe que había “algo más” a mi alrededor. No sabía cómo llamarlo, no tenía palabras para explicarlo y mucho menos a quién contárselo. Era una niña sensible, intuitiva, de esas que sienten antes de entender, que perciben lo invisible como si fuera parte de lo cotidiano. Pero nací en un mundo donde esas percepciones no tenían lugar, donde hablar de energías, presencias o emociones ajenas a las propias era sinónimo de fantasía o exageración. Así que crecí en silencio.
Recuerdo las noches en las que sentía presencias en mi habitación, los escalofríos que me recorrían el cuerpo sin motivo aparente o cómo podía adivinar el estado emocional de alguien con solo mirarlo. Pero en vez de explorar ese don, aprendí a apagarlo. ¿Cómo? Llenando mi vida de ruido. Música, televisión, conversaciones sin pausa, actividades constantes… Lo que fuera para evitar quedarme a solas conmigo misma. Tenía miedo. Miedo de sentir, de escuchar, de ver. Miedo de no entender qué era todo eso que se movía a mi alrededor cuando cerraba los ojos.
Vivir con ese don sin comprenderlo es como tener una antena encendida todo el tiempo, recibiendo señales que no sabes cómo decodificar. Así que me protegí de la única forma que supe: evadiendo el silencio. Porque el silencio era el umbral. Y yo no estaba lista.
Pasaron años. Estudié psicología, formé una familia, construí una vida “normal” y amorosa, pero dentro de mí, esa parte sensible seguía latiendo. Hasta que un día, decidí dejar de huir, al descubrir que mi hija también tenía este don y no pensaba dejarla sola en este camino.
Fue un proceso lento, lleno de miedo y también de magia. Empecé a explorar mi mediumnidad desde el amor y no desde el temor. Aprendí que ser medium no es una carga, sino un puente sagrado entre dimensiones. Que las energías que percibía no venían a dañarme, sino a guiarme. Que el silencio no era una amenaza, sino el espacio donde mi alma podía hablar.
Hoy canalizo energías angelicales y estelares, acompaño procesos con respeto y claridad, y he hecho de mi don un servicio. Pero no olvido a esa niña que vivía en silencio y se llenaba de ruido para no sentir. Ella fue valiente, y gracias a ella, hoy soy libre. Libre de ser canal, libre de sentir, y sobre todo, libre de vivir en el silencio… No como un lugar de miedo, sino como un templo de verdad.
Si tú también te has sentido así — sensitiva, confundida, temerosa de lo que percibes — te digo con el corazón abierto: no estás sola. Tu sensibilidad es un regalo. Solo necesitas aprender a mirarla con amor. Y, cuando estés lista, el silencio se convertirá en tu mayor aliado. Ahí, en ese espacio sagrado, te encontrarás con lo que siempre estuvo esperando por ti: tu alma.







Angélica Angarita
"Tu puente de LUZ entre Dimensiones"
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